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VÍA CRUCIS: FILIPINAS

Ora por todos cuantos murieron sin ventura,

Por cuantos padecieron tormentos sin igual;

Por nuestras pobres madres que gimen su amargura,

Por huérfanos y viudas, por presos en tortura,

Y ora por ti que veas tu redención final.  

 

                        Jose Rizal - Mi último adiós

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En 2021 se cumplieron 500 años de la llegada de la cruz a Filipinas. Magallanes plantó la primera en Cebú hace cinco siglos, pero su presencia e influencia sigue siendo muy visible hoy en día.

Este reportaje fotográfico es mi visión de Filipinas, un país que se convirtió en el mío durante ocho años.

 

Filipinas (junto con Timor Oriental) es uno de los dos únicos países de Asia donde la población es mayoritariamente católica. Se calcula que más del 80 por ciento de los más de 100 millones de filipinos son católicos, lo que la convierte en la tercera comunidad católica más grande del mundo. En Filipinas la Iglesia sigue siendo muy influyente; impregna la vida cotidiana de los filipinos con una fuerza que se ve en pocos otros lugares del mundo. Asimismo, muchos filipinos viven su fe con un fervor que ya se ha perdido en casi todas partes. Filipinas no es un lugar fácil donde vivir; muchos se aferran a la cruz como su última esperanza.  

 

Como escribe la autora filipina Clara Kiat en su prólogo a Viacrucis, el libro que estoy preparando con este trabajo:

 

"Quizás el opio no sea la religión sino la fe. La fe es nuestro baluarte contra el persistente espectro del sufrimiento y el destre. En este país, el destino es lo que está grabado en las líneas de la palma de tu mano. No determinamos el destino, él nos determina a nosotros. Solo la fe se interpone entre nosotros y el abismo, y no hay nada ni nadie para detener la caída. Somos continuamente testigos de los caprichos de la naturaleza y de aquellos que nos gobiernan. ¿Cuánto falta para que esta lluvia se convierta en una inundación furiosa? ¿Cuántos temblores más debemos soportar hasta que la tierra se abra en dos? ¿Hasta qué punto podemos exigir algo a aquellos que están en el poder, quienes a menudo no tienen ningún reparo en recurrir a la violencia para su beneficio? Es aterrador contemplarlo y sólo una larga calada de nuestra droga preferida anestesiará el horror. Nos agarramos a la fe con todas nuestras fuerzas y aguantamos ahí todo el tiempo posible, como los brazos del Cristo todavía colgando de la cruz mucho tiempo después de que la furia de un ciclón se llevara el resto de su cuerpo."

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